Desarrollo de las funciones ejecutivas

DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS   Hoy en D-letras os traemos un artículo de Paqui Moreno, psicóloga y terapeuta en Red Cenit, que nos ha gustado mucho cómo explica el desarrollo de las funciones ejecutivas: EL DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS DURANTE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA GUARDA UNA ESTRECHA…

DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS

 

Hoy en D-letras os traemos un artículo de Paqui Moreno, psicóloga y terapeuta en Red Cenit, que nos ha gustado mucho cómo explica el desarrollo de las funciones ejecutivas:

EL DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS DURANTE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA GUARDA UNA ESTRECHA RELACIÓN CON LA MADURACIÓN DEL LÓBULO FRONTAL Y DE SUS CONEXIONES CON OTRAS ESTRUCTURAS CORTICALES Y SUBCORTICALES. EL CEREBRO TARDARÁ ALGO MÁS DE DOS DÉCADAS DE VIDA PARA ALCANZAR EL DESARROLLO QUE CULMINARÁ EN LA ETAPA ADULTA.

LAS DIFERENTES REGIONES DEL CEREBRO SE DESARROLLAN A DIFERENTES VELOCIDADES Y LAS CONEXIONES ENTRE ESTAS REGIONES SE DESARROLLAN TAMBIÉN GRADUALMENTE A LO LARGO DE TODA LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA. ESTOS CAMBIOS TENDRÁN UN IMPACTO SOBRE EL FUNCIONAMIENTO COGNITIVO DEL NIÑO Y EN PARTICULAR SOBRE SUS FUNCIONES EJECUTIVAS. EXISTE UNA GRAN VARIABILIDAD EN LA VELOCIDAD A LA QUE LOS NIÑOS DESARROLLAN EL CONTROL EJECUTIVO.

ALGUNOS EXPERIMENTARÁN RETRASOS EN EL DESARROLLO DE ESTAS IMPORTANTES HABILIDADES, OTROS CONSEGUIRÁN SUPERARLOS PERO OTROS ARRASTRARÁN LAS DEBILIDADES EJECUTIVAS EN LA EDAD ADULTA.

Teniendo en cuenta la importancia de las funciones ejecutivas tanto para el rendimiento escolar como para  el bienestar social, la identificación temprana de estos problemas de autorregulación cognitiva y del comportamiento es, evidentemente, muy importante.

Las funciones ejecutivas  incluyen, como ya sabemos, un grupo de habilidades cognitivas cuyo objetivo principal es facilitar la adaptación de las personas a las nuevas situaciones. Estas capacidades son primordiales  para un adecuado aprendizaje académico desde la infancia temprana. Son funciones que se desarrollan de forma secuencial y curvilínea durante los diversos períodos sensibles, entendidos como ventanas de tiempo, en las cuales la plasticidad cerebral está incrementada, posibilitando así que el funcionamiento ejecutivo sea promovido y estimulado a través de adecuadas experiencias.

 

Sobre este tema la literatura  marca la existencia de 3 períodos sensibles, observándose tres picos intensos de activación entre los 4 y 8 años, los 9 y 12 años y posteriormente, entre los 15 y 19 años.  Se produce un intenso progreso durante la infancia, especialmente entre los 6 y 8 años, y una desaceleración a inicios de la adolescencia. El desarrollo del cerebro ejecutivo culmina, como así lo confirman las técnicas de neuroimagen funcional, en la segunda década de vida, la cúspide se alcanzará entre los 20 y 29 años

  1. ETAPA DE 0 A 4 AÑOS

Es importante resaltar que las funciones ejecutivas son disposiciones cognitivas y conductuales que se empiezan a desarrollar desde el primer año de vida del ser humano. Durante esta etapa, el desarrollo del sistema ejecutivo es menos intenso debido al menor grado de activación y desarrollo de las áreas asociativas del cerebro.

En los primeros seis meses de vida, el bebé puede recordar representaciones simples. Sin embargo, si el bebé está jugando con un juguete y lo cubrimos con una toalla, para él, éste deja de existir: no busca el juguete, y se comporta como si no existiera. Alrededor de los ocho meses, los bebés ya son capaces de buscar el objeto que les ha sido ocultado y recuperarlo. Esta conducta en sí misma sugiere una forma “embrionaria” de funciones ejecutivas: el bebé puede mantener en línea información que no se halla presente, (la representación del juguete y su ubicación espacial), para la consecución de un objetivo, (levantar la toalla y recuperar el juguete).

Durante el primer año emerge la habilidad de suprimir respuestas dominantes. El niño empieza a controlar la emisión de conductas automáticas, por lo que puede inhibir su comportamiento y realizar acciones planificadas en conductas exclusivamente motoras. La capacidad de establecer objetivos y de elaborar planes se inicia antes del primer año de vida, pero usan estrategias ineficaces, torpes y fragmentadas.

A los dos años, empieza a ser capaz de mantener y manipular la información, que de forma coordinada con la capacidad de inhibir sus respuestas, le permite realizar un control relativo de su conducta.

A partir de los tres años emergen capacidades como la flexibilidad mental y la capacidad para orientarse en el futuro. Comienza a  incrementarse paulatinamente el control consciente sobre el comportamiento y pueden elaborar planes simples y resolver conflictos de moderada dificultad. Aparecen las primeras formas de automonitoreo de la conducta.

A los cuatro años, aunque todavía no son capaces de inhibir sus respuestas sí son capaces de establecer una autorregulación interna de sus actos. Muestran dificultades para inhibir respuestas verbales, pero empiezan a desarrollar uno de los mecanismos del control inhibitorio: el control de impulsos.  Surge una competencia clave para el funcionamiento socioemocional del niño: la teoría de la mente, lo que le permite representar mentalmente el estado mental de otra persona.

  1. ETAPA DE 5 A 8 AÑOS

La función reguladora del lenguaje interno, que nos guía en nuestras acciones, evoluciona entre los 6 y 8 años. Este periodo de edad es en el que se produce el mayor desarrollo de la función ejecutiva, por lo tanto, es importante la detección precoz de los posibles déficits en estas capacidades ya que la temprana estimulación y promoción del funcionamiento ejecutivo, a través de programas especializados de intervención neurocognitiva, puede ser un modo de favorecer el aprendizaje escolar y reducir su fracaso.

En esta etapa empiezan a realizar ya un control inhibitorio sobre sus manifestaciones verbales. Adquieren la capacidad de autorregular sus comportamientos y conductas, comienzan a dirigir su comportamiento de forma autónoma, pueden fijarse metas y anticiparse a los eventos sin depender de las instrucciones externas, aunque continúan manifestando cierto grado de descontrol e impulsividad.  Esta capacidad cognitiva está claramente ligada al desarrollo de la función reguladora del lenguaje (lenguaje interior), a la aparición del nivel de las operaciones lógicas formales y a la maduración de las zonas prefrontales del cerebro. Las habilidades de planificación y organización se desarrollan  rápidamente, manifestando conductas estratégicas y habilidades de razonamiento más organizadas y eficientes.

  1. ETAPA DE 9 A 14 AÑOS

Aproximadamente entre los 9 y 10 años el desempeño del control inhibitorio sobre las respuestas automatizadas alcanza su máximo nivel de control. De ahí en adelante mantiene una estabilidad consistente, siendo alrededor de los 10 años cuando se logra un nivel de inhibición similar al del adulto.

Entre los 12 y 14 años, algunas funciones ejecutivas como el control inhibitorio alcanzan su techo en el desarrollo, pero otras como la flexibilidad cognitiva, la resolución de problemas y la memoria de trabajo continúan evolucionando. Son capaces de ejercer un control cognitivo sobre su conducta y  aunque esto les permite la posibilidad de razonar y considerar las consecuencias de sus decisiones, aún continúan tomando decisiones arriesgadas sin anticipar las consecuencias.

  1. ETAPA DE 15 A 19 AÑOS

Durante esta etapa se consolidan las funciones de planificación y la resolución de problemas así como la autorregulación, lográndose un mayor autocontrol de impulsos.

Entre los 14 y 18 años, se pone de manifiesto un mayor nivel de control afectivo por lo que los adolescentes muestran ya la capacidad de evaluar las consecuencias de las decisiones. Durante esta etapa aumentan las demandas de autonomía y autorregulación. Sin embargo, este período se caracterizará por la alta prevalencia de conductas de riesgo, lo que podría relacionarse con el incompleto desarrollo de las funciones ejecutivas, principalmente de aquellos factores que están relacionados con ciertos aspectos del control emocional, la conducta moral y el desarrollo del juicio.

Algo que caracteriza a este período es la discrepancia entre la comprensión teórica que tienen de las consecuencias potencialmente negativas de una conducta y, las opciones que los adolescentes realizan en la vida real bajo situaciones emocionales como cuando, por ejemplo toman ciertas decisiones contrarias a sus propios valores o deseos bajo la presión de sus iguales. Esto podría explicarse por el hecho de que las estructuras relacionadas con las funciones ejecutivas puramente cognitivas, se desarrollan de forma más temprana que las que están asociadas con la conducta reflexiva. De forma tal que, la capacidad para ejercer el control cognitivo en un contexto emocional alto, puede quedar obstaculizado por la información motivacional destacada, de manera que no valoren los riesgos y consecuencias de una conducta si se les presenta una perspectiva de recompensa inmediata y alta.

Las consecuencias de un desorden o déficit de las funciones ejecutivas, también denominado síndrome disejecutivoson determinantes a cualquier edad y en cualquier ámbito de la vida en el que sea necesaria la adecuación de conductas adaptadas. Los programas de intervención centrados en el entrenamiento de estas funciones han demostrado ser eficientes para mejorar y optimizar el éxito escolar y las destrezas socio-emocionales, además pueden conducir a cambios en los circuitos cerebrales. Por lo tanto, la temprana detección de estos déficits y su consecuente estimulación y promoción a través de programas de intervención y entrenamiento, puede ser un modo de favorecer tanto el aprendizaje escolar reduciendo su fracaso, como de optimizar las relaciones sociales mejoradas, entre otros factores, por  el incremento de conductas reflexivas.

 

Dejamos el enlace de la web donde está escrito este artículo

Si te ha gustado este post, compartelo con los tuyos en: